Un fallo inédito obligó a un hombre a compensar a su exesposa con $8 millones por resignar su desarrollo profesional al haberse dedicado a las tareas del hogar
El fallo de primera instancia que había condenado a un hombre a resarcir a su exesposa de 70 años con $8 millones fue ratificado por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil.
De manera inédita, el fallo tuvo en cuenta la perspectiva de género a la hora de ratificar la condena, al remarcar que durante 27 años la mujer subordinó su desarrollo profesional a las tareas del hogar.
El fallo puntualizó en el proyecto familiar de la pareja, el cual se regía de acuerdo a la división tradicional/patriarcal de roles: él desarrollaba su labor profesional de manera tradicional, mientras ella se quedaba en la casa trabajando en las tareas domésticas y en el cuidado de les hijes. En esta línea, una vez disuelto el matrimonio, el equilibrio del proyecto conyugal también se disolvió y al no haber podido desarrollar su profesión y al haber quedado fuera del mercado laboral por tener 70 años, la mujer quedó en inferioridad de condiciones económicas en relación a su exmarido. A su vez, la jueza expresó que, debido a la falta de aportes, la mujer se vio impedida de acceder a una jubilación, lo que vulnerabilizó aún más su condición económica.
La importancia del fallo excede la suma económica del resarcimiento, ya que evidencia que una parte del Poder Judicial de nuestro país empieza a tener perspectiva de género a la hora de emitir las sentencias. Al tener en cuenta la vulnerabilidad económica de una mujer que resignó su labor profesional para dedicarse al trabajo doméstico, -el cual no es reconocido como trabajo en sí-, el fallo pone énfasis en el cuestionamiento de los vínculos patriarcales propios de la división tradicional de los roles familiares. Asimismo, hace visible la necesidad de que la labor doméstica sea reconocida como trabajo no pago, al puntualizar en la vulnerabilidad de las mujeres que, al haberse dedicado toda su vida al hogar, no pueden acceder a una jubilación.
Una vez más, eso que llaman amor es trabajo no pago.