PH: Prensa CFK

Opinión

Lo dejaría todo por que te quedaras

Por Agustina Sosa*

Duelen más tus cosas buenas cuando estás ausente
Yo sé que es demasiado tarde para remediar
No me queda bien valerme de diez mil excusas
Cuando, definitivamente, sé que ahora te vas

Elmer Figueroa Arce (Chayanne)

28 de mayo de 2023

“Doscientos pesos cobraba mi viejo de jubilación, es así”- le responde mi mamá al televisor mientras escucha a Cristina arrojar datos de la economía antes de que Néstor asumiera como presidente. Yo escucho el discurso de manera intermitente mientras me pongo las zapatillas para ir a conversar con la gente de mi ciudad, escuchar sus problemas, sus preocupaciones… En fin, la militancia en las calles que nos hemos propuesto como un acto de escucha más que una zona de promesas.

Es 25 de Mayo, hay pastelitos sobre la mesa, pero dos o tres, la situación no da para comprar media docena. En Buenos Aires, a una multitud de personas la lluvia no le da tregua mojándoles el pelo, los pilotos, los carteles, las zapatillas y las manos que suplican que la tercera sea la vencida. “Una más y no jodemos más”, corea la gente y Cristina frunce los labios dejándonos saber que se muere de ganas pero que también es un ser humano. Una mujer, no cualquier ser humano. Una mujer que también es abuela (sus nietitos la escoltan recordándonos en sus caritas los gestos de su abuelo Néstor); es madre (Máximo firme, cerca, con campera de Racing); y Florencia, seguramente, viéndolos desde su casa o algún lugar que la resguarde porque este país se encargó de ser insoportablemente cruel con ella.

No todos. Muchos, muchas, muchísimos y muchísimas admiramos su capacidad literaria, su inteligencia, sus consejos sobre arte, su tenacidad como militante y su mirada cinematográfica. No es adulación: a quien crea que Florencia Kirchner es simplemente “la hija de”, o peor aún, a quienes crean que es la líder de una asociación ilícita desde sus 12 años (¡por Dios! qué disparate) les recomiendo que visiten su cuenta de Instagram, donde nos deja boquiabiertos con una prosa brillante.

Pero quizás estoy pidiendo demasiado. Para la travesía que implica conocer a otro hay que abandonar los prejuicios y, desde que los medios de comunicación descubrieron que construir prejuicios es la más efectiva forma de destruir a alguien, convivimos con una maquinaria sostenida de adjetivos calificativos más que de discusiones.

Ya lo dice Juan Grabois en su libro “Los Peores”: somos vagos, chorros, ocupas y violentos. También somos los negros, los burros, los zurdos (¿se acuerdan de Mirtha diciendo “es cierto que con ustedes se viene el zurdaje?”) las feminazis, y un largo etcétera que todos los días se reinventa para socavar la disputa de sentido.

Bueno, el 25 de Mayo la Plaza de Mayo estuvo repleta de todos ellos y mucho más, parados bajo la lluvia, esperando una definición de candidatura que Cristina no dio.

Pero después de masticar y volver a escuchar su discurso, entendí - o creí entender- que lo que Cristina estaba haciendo era correr el eje de la discusión: no se trata de personas salvadoras sino de un programa de gobierno, algo que el gobierno de Alberto Fernández no tuvo o lo tuvo a medias, o a las patadas castigado por una deuda, pandemia y sequías… y también por la cobardía de no querer enfrentarse de lleno al poder, el verdadero poder, que no es el político sino el económico, mediático y judicial.

Volvamos a la Plaza: el primer eje que planteó Cristina fue un programa propio de crecimiento, industrialización e innovación tecnológica. “La deuda no se va a poder pagar únicamente con comodities”, remarcó la Vicepresidenta, haciendo alusión a la urgencia de crear valor agregado. Sostenernos con la venta de materia prima nos lleva a un problema económico y también sociológico: en las ciudades y pueblos de la denominada “pampa húmeda” las desigualdades sociales más que desigualdades hoy son profundas grietas. Y por los abismos que existen entre ricos y pobres se filtran los mensajes que predican que “los políticos son todos iguales”, lo cual no es cierto pero que además, de ganar la antipolítica, se seguirán beneficiando unos pocos y no precisamente los de abajo.

Segundo eje: alianza entre lo público y lo privado. El litio. La recuperación de Vaca Muerta. Cristina viene reafirmando hace varios discursos que el capitalismo no es el mejor sistema pero es el sistema que ganó y que gobierna (aunque se me haga un nudo en la garganta cada vez que la escuche decir eso, porque algunos todavía vivimos con la nostalgia subyacente de nuestra propia “Goodbye, Lenin!” en el pecho) aunque necesita un Estado fuerte para poder ser administrado.

Tercer eje y el más importante, a mi criterio: renovación del pacto democrático. En palabras de Cristina: “El Poder Judicial se ha evaporado entre las tramoyas de una camarilla indigna para la historia Argentina”. Si la violencia política se instala definitivamente en nuestro país, ¿quiénes podrán protegernos de eso? ¿en dónde denunciaremos?

Cristina supo aprovechar toda la concentración de la gente esperando un candidato para decir cosas mucho más importantes: “No al exterminio del que piensa distinto si con ganar las elecciones alcanza.”

La épica:

Por estas horas sobrevuela que el candidato a presidente sería Eduardo “Wado” de Pedro, hijo de la generación diezmada por la última dictadura militar en Argentina. La vorágine de los días, de su desempeño como ministro, de su capacidad como armador territorial interprovincial del kirchnerismo a veces nos hacen olvidar el valor simbólico que sería tener un presidente con estos orígenes, militancia e historia en el país que todavía padece los discursos negacionistas y la teoría de los dos demonios.

“Duelen más tus cosas buenas cuando estás ausente”, dice la canción del puertorriqueño Chayanne que le presta título a esta nota. Al día siguiente del discurso simplemente desperté con esa frase en mi cabeza.

En simples palabras creo que resume lo que sentimos por Cristina: el dolor de todas sus cosas buenas como presidenta, estadista y dirigente tan vigentes y tan posibles de ser, condicionadas por una ausencia obligada por las extorsiones del Poder Judicial, en primer lugar. Del poder mediático, en segundo lugar, que no para de atacar a su hija.

Es 25 de Mayo, vuelvo a mi casa después de hablar con vecinos que nos dicen que comen gracias a la Asignación Universal por Hijo y las pensiones pero que ellos necesitan trabajo. La gente está ahí pidiendo trabajo. Sólo basta con hablar con los ciudadanos de este país para ver qué necesitan.

Ojalá más temprano que tarde pueda volver a mi casa sin sentir vergüenza de tener condiciones básicas garantizadas. Ojalá que podamos vencer en la lucha contra los prejuicios. Ojalá que vuelva Cristina.

O que florezcan en nuestros pechos la fuerza de involucrarnos a pesar de todo, como lo sigue haciendo ella.

*Agustina Sosa es Licenciada en Comunicación Social (UNC) @sosagustina

Más de Opinión