*Por Ana Coca Cicchitti.

El tan esperado 8M llegó. Una fecha que nos invita amorosamente a encontrarnos, apostando a jamás perder la memoria, recordando una fecha histórica y trágica como lo fue la huelga de mujeres que fueron asesinadas por reclamar sus derechos laborales; una fecha que nos invita a celebrar las conquistas, que nos invita a  unirnos fuertemente y sororamente para luchar por lo que aún falta y sobre todo, nos invita a abrazarnos para sanar las heridas que el patriarcado nos dejó y nos sigue dejando y por supuesto  nombrar a cada una de las y les compañeres que este sistema nos arrebató. Una fecha en donde podemos comulgar nuestro reclamo por las desigualdades estructurales, la precariedad y las violencias patriarcales.

Sin dudas, este 8M tiene una impronta distinta, rebelde quizás…porque tras los años de crisis sanitaria y la cuarentena, nuestra huelga feminista tuvo que reinventarse para que, pese a no haber poder llenar las calles con nuestras voces y nuestros puños en alto, nuestra lucha no pasase desapercibida. Nos reinventamos como siempre, porque el patriarcado nos obliga a ello. Nos resignificamos. Nos transformamos. Tejemos y fortalecemos redes sororas, hermanadas para cuidarnos y protegernos entre nosotras. Aprendemos sobre la marcha. Nos equivocamos pero nos volvemos a levantar y seguimos luchando.

El movimiento feminista ha crecido notablemente en los últimos años en Argentina tanto cuantitativamente como cualitativamente. Nos queremos mejores porque sabemos de lo que somos capaces cuando nos unimos y organizamos. Armamos nuestra agenda social. La creamos, le damos forma incluyendo temas, problemáticas y demandas heterogéneas para no dejar de lado ninguno de nuestras singularidades.

Y en este sentido, nombrar y visibilizar las conquistas nos resulta fundamental pues es lo que nos da fuerza para seguir militando y trabajando por nosotras y nosotres. En los últimos años hemos logrado importantes conquistas de nuevos espacios y derechos. Sin embargo, todavía nos enfrentamos a demandas, obstáculos y desafíos en la construcción de una sociedad más justa y plural donde mujeres, lesbianas, gays, bisexuales, travestis, trans, intersex, no binaries y otras identidades de género y orientaciones sexuales, personas con discapacidad y adultxs mayores podamos  vivir con igualdad de oportunidades y sin violencias machistas.

Sabemos que nuestros reclamos son escuchados por el Estado, únicamente cuando éste tiene la voluntad política de instalar nuestras demandas, necesidades y problemáticas en la agenda política. Y en este sentido no podemos dejar de mencionar la creación del primer Ministerio de las Mujeres géneros y diversidades de la mano del gobierno del presidente Alberto Fernández y de la vicepresidenta Cristina Fernández. Esta decisión política, implica sin dudas, comprender la gravedad de esta problemática cultural, social, política y económica y por ello generar respuestas institucionales. Además implica la tranversalización del feminismo en todas las aristas del Estado Nacional para que las políticas públicas y acciones sean planificadas y ejecutadas con perspectiva de género. Esta tarea no es sencilla. Estamos luchando para derribar un sistema histórico y fuertemente arraigado que resiste y que se muta para no claudicar.

Pero nosotras y nosotres nos aggiornamos y logramos sostener y conquistar demandas históricas: las vigilias y las movilizaciones por la legalización del aborto en el primer año de pandemia dieron sus frutos y aun saboreamos la victoria de la ILE. Otra trasgresora conquista es la ley de Jubilación por Tareas de Cuidado donde miles de mujeres pudieron acceder a la jubilación en función del reconocimiento del Estado por su trabajo en la crianza de sus hijxs. Y esta política pública nos llena de esperanza porque evidencia que hemos logrado instalar en la agenda política que eso que siempre llamaron amor, es trabajo. Es trabajo que no es reconocido y mucho menos remunerado. Y en esta línea es dable mencionar que son los trabajos domésticos y de cuidados no remunerados la principal causa de que las mujeres nos encontremos en una posición de mayor vulneración y desigualdad económica.

Pero aún queda mucho, más aún con las consecuencias de la crisis económica como la que estamos atravesando producto de la deuda contraída por el gobierno de Cambiemos de la mano arbitraria de Mauricio Macri con el FMI. Una deuda que se utilizó para la fuga de capitales y se tomó de manera ilegítima y fraudulenta Esta crisis económica impacta de manera desigual según el género, la clase social, la étnica y otras singularidades y es por ello que las mujeres y diversidades somos les primeres afectades. Es por ello que la deuda es con nosotras y nosotres.

Y a ello debemos sumarle las secuelas de la pandemia a lxs más vulnerables, lxs más desprotegidxs y más exigidxs: trabajadoras del hogar, diversidades, trabajadoras sexuales, repartidorxs, trabajadorxs de la salud, docentes, inquilinxs, trabajadorxs de la economía informal, entre otros. Además, el agravante del confinamiento que potenció las violencias físicas, sexuales y psicológicas por motivos de género a niñas, niños, jóvenes, mujeres personas con discapacidad de manera descomunal.

Nuestras emociones y nuestra salud mental, nuestros cuerpos, nuestro tiempo, nuestra economía, nuestra calidad de vida es afectada de manera desproporcional durante y post crisis. En este sentido, la feminización de la pobreza se puede explicar por las tareas no pagas que realizan la mayoría de las mujeres al interior de los hogares: De acuerdo a los últimos datos relevados por INDEC, del 2do trimestre de 2021, el 71% de los trabajos domésticos no remunerados son realizados por mujeres. Y por otra parte, el salario más bajo de la economía es el de las trabajadoras de casas particulares, de las cuales el 98% son mujeres, el 77% trabajan de manera informal y el 43% son el principal sostén económico del hogar según datos del INDEC del 3º trimestre del 2021.

A eso también debemos agregar que las mujeres reciben ingresos en promedio de un 28,4% inferiores a los de los varones, la precarización laboral, la dificultad de acceder a puestos de trabajo por tener la responsabilidad de las tareas de cuidado, la informalidad, y la gravísima situación de las personas trans, ante la falta de oportunidades, ante la discriminación y exclusión que sufren día a día, y que aún no pueden elegir de qué y cómo trabajar, quedando relegadas  y determinadas al trabajo sexual cuando no es deseado.

Esto nos permite volver a reflexionar que nuestro país tiene leyes en materia de derechos humanos y con perspectiva de género pioneras pero que las resistencias por parte de ciertos sectores conservadores y machistas de la sociedad son de tal magnitud, que las colocan despóticamente por encima de normativas nacionales e internacionales, promoviendo el odio y la violencia.

Pero si hay algo que tenemos muy claro nosotras y nosotres, es que lo que hacemos está regido por nuestras convicciones basadas en el amor, la constancia y la perseverancia para construir una sociedad donde el parámetro sea el feminismo popular, comunitario, intercultural y federal   no la impunidad patriarcal. Porque, y como dice nuestra querida Dora Barrancos en relación a la violación grupal suscitada días atrás en el barrio de Palermo de la Capital Federal, es que “el problema son los estatutos patriarcales (…) el problema es el inculcamiento patriarcal (…) el placer ­no está en el goce sexual, sino en el dominio, en el ejercicio despiadado del Yo soy el que te tiene (…) en este punto se juega lo que supone la moral de esas personas, grupos, o de  los anti derechos o de los genocidas de la ejemplaridad del sometimiento. Lo erótico está corrido de lugar, lo que está en su lugar en lo que toma posesión, y es la patrimonialidad.”  Y este dominio y sometimiento podemos aplicarlo en todos los ámbitos en que “osadas intentamos o queremos conquistar”. Nos quieren disciplinadas, calladas, sumisas, cobardes, invisibilidades y dispuestas a sus berretines y privilegios patriarcales.

Es por ello que necesitamos cuestionar, repensar y transformar prácticas, discursos, valores y tradiciones que son expresión de las desigualdades; y para ello necesitamos   reconocer el sistema patriarcal y su estructura desigual, opresiva, discriminatoria y violenta la cual se materializa en las relaciones personales, en el trabajo, la familia, la escuela, la política, entre otros ámbitos de inserción.

Esto  implica entonces derribar estructuras de poder arraigadas en nuestra sociedad para generar condiciones de justicia social e igualdad, porque sabemos que son el camino para reducir y erradicar progresivamente  las violencias por motivos de género.

Y sabemos también que para prevenir las violencias por motivos de género y construir una sociedad despatriarcalizada,  necesitamos  políticas públicas con perspectiva de género, políticas feministas para generar posibilidades de inserción laboral, territorial, habitacional, educativa, entre otras. Pero también necesitamos de manera urgente una justicia feminista que nos cuide, nos proteja, que nos escuche y nos crea desde el primer momento y donde con acciones nos demuestren el valor de nuestras vidas. Y para ello necesitamos que la justicia deje de proteger a abusadores, violadores, violentos y femicidas. Necesitamos  que se garantice el acceso a la justicia y que se materialicen esos derechos en acciones concretas para nosotras y nosotres.

La política feminista debe ser la herramienta que ofrece soluciones estructurales y concretas para superar las desigualdades pero sobre todo, haciéndolo con  las mujeres y diversidades  adentro. Necesitamos romper lo instituido, necesitamos romper con la estructura y el sistema patriarcal y eso es posible solo con un trabajo integral que implique el compromiso de todxs lxs actores de la sociedad. Necesitamos un cambio de imaginario social, un cambio de la subjetividad, un cambio real y auténtico, que habilite la idea de paridad y equidad. Necesitamos que la trasformación sea personal y colectiva. Y si es colectiva es política. Y, sin dudas, debe comenzar por el sistema educativo con la efectiva e inmediata aplicación de la ESI.   Paralelamente, nos parece importante que tomemos como referencia al manifiesto elaborado por el Ministerio de las Mujeres Géneros y Diversidades de la Nación para la tercera edición de NOSOTRAS MOVEMOS EL MUNDO 2022, donde se especifica medidas que deben ser aplicadas para construir la sociedad que queremos:

1- TRABAJO Y ECONOMIA

Promover acciones para transformar los supuestos culturales (construidos a partir de roles y estereotipos de género) que justifican una inserción diferencial de mujeres y varones basada en la división sexual del trabajo, visibilizar las desigualdades que atraviesan las mujeres y LGBTI+ en el acceso al empleo; los límites en las posibilidades de crecimiento y desarrollo profesional y las diferencias salariales; y promover vocaciones libres de estereotipos para poder formar, desde la infancia, imaginarios de oficios, trabajos y ocupaciones por fuera del binario mujer/varón.

 2. EN LA DISTRIBUCIÓN DEL TRABAJO DE CUIDADO

Repensar la distribución de los trabajos de cuidado que hoy se encuentran bajo responsabilidad de las familias, en particular de las mujeres y LGBTI+. La intervención del Estado tiene como propósito desarrollar acciones para revertir esta injusta organización social del cuidado reconociéndolo como una necesidad y, por lo tanto, como un derecho que debe ser garantizado, así como un trabajo que debe ser valorado y remunerado cuando corresponda.

3. EN LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA

Garantizar las condiciones para que las mujeres y LGBTI+ participen libremente en la vida pública y política del país, se organicen y puedan incidir a través de los mecanismos y estructuras del Estado, y también desde las organizaciones sociales y comunitarias de las que forman parte.

4. EN LA DIVERSIDAD

Garantizar los derechos de LGBTI+, la igualdad de trato y oportunidades.

5. EN LA DIVERSIDAD CULTURAL

Reconocer la heterogeneidad de nuestras raíces históricas e identidades mediante las que se vinculan los grupos y sociedades. En este sentido, respetar y promover la diversidad implica considerar la multiplicidad de pertenencias, expresiones y organizaciones derribando estereotipos y prejuicios que limitan los vínculos y, sobre todo, impiden el acceso a derechos en condiciones de igualdad.

6. EN EL DISFRUTE, CONSERVACIÓN Y PROTECCIÓN DEL MEDIO AMBIENTE

Proponer modelos alternativos al desarrollo en el que la naturaleza no sea una mera abastecedora de recursos naturales. Superar el antagonismo entre trabajo y naturaleza, priorizando las economías locales y regionales en lugar de los mercados globales, para recuperar la relación directa entre producción y consumo en la que se encuentran involucradas mujeres y LGBTI+.

7. EN LOS VÍNCULOS

Cuestionar los patrones socioculturales que sostienen la desigualdad entre los géneros en todas las relaciones sociales, los modelos de amor romántico y de masculinidad hegemónica como únicas formas aceptables de expresión de los deseos sexuales y afectivos. Revisar estas matrices simbólicas permite construir otros significados y valoraciones orientados a generar condiciones para la prevención de las violencias de género, la igualdad de derechos y la convivencia igualitaria entre los géneros.

8. EN LAS INFANCIAS

Cuestionar los roles de género binarios que se construyen desde el nacimiento a través de la asignación de un nombre, el tipo de ropa, los colores, los juguetes, la organización de diferentes actividades, que van marcando y reforzando qué significa ser una niña o un niño. A su vez, implica desarrollar acciones que promuevan el reconocimiento de las infancias trans garantizando el respeto de los nombres elegidos e identidades autopercibidas. Las infancias tienen derechos que deben ser garantizados.

Para concluir, hoy salimos una vez más a las calles porque la deuda es con nosotras y nosotres, porque necesitamos soberanía política e independencia económica, porque necesitamos justicia social en cada rincón de nuestro país, necesitamos que los estados locales dejen de reproducir mandatos patriarcales, necesitamos instituciones con personal profesional y no profesional  que no promuevan prácticas victimizantes ni abusivas,  necesitamos una justicia que nos cuide y proteja, garantizando nuestros derechos y no lo de los abusadores, violadores y femicidas. Urge que tengamos una justicia y un estado despatriarcalizado para poder vivir libres de violencias.

¡Urge y lo queremos ahora!

Hoy paramos y nos manifestamos en contra de todas las injusticias y violencias. Por nosotras y nosotres, por las y les que no están y por las nuevas generaciones.  En este día y cada día, seguiremos tomando las calles, alzando nuestros puños y nuestras voces, rotas, cansadas, con las marcas del patriarcado, pero unidas y organizadas. Porque nuestra respuesta siempre será colectiva.

¡Lo vamos a derribar!

*Ana Coca Cicchitti es
Responsable provincial del Frente de Mujeres de La Cámpora Jujuy.
Lic. en Trabajo Social. Tiene posgrados en Perspectiva de los géneros y Cs. Políticas.
Políticas públicas y Derechos Humanos.

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