Las feministas nos hemos vuelto estadistas a la hora de analizar cuantitativamente logros, luchas y conquistas pero, también, cuando nos llamamos a la reflexión, cuando nos violentan, nos matan y nos violan. Vamos contando los femicidios, transfemicidios y travesticidios; femicidios vinculados, cantidad de denuncias, cantidad de medidas y creamos observatorios.
Las luchas tienen nombres, los nombres banderas y las banderas leyes. Sin leyes no nos visibilizan, aunque con ellas igual no nos respetan por completo. Entonces, seguimos reclamando. Desde afuera lo hicimos muchos años. Décadas en las calles, en la Plaza de Mayo, en el Congreso, en las plazas de nuestros territorios. Reclamando formar parte, pertenecer, tomar decisiones y estar en la discusión. Reclamando que no nos maten y gritando que no estamos solas.
Ahora somos más adentro del sistema, el mismo que nos oprime, que nos maltrata, que nos viola, que nos precariza, que nos vulnera un sinfín de derechos. Ahí, igual, estamos para desnaturalizar, para deconstruir, para visibilizar y todas esas palabras que hemos construido para adornar una realidad. Sin poder, sin estar en el poder, nos van a seguir llevando puestas. Sí, así de crudo, de llano, de básico, de salvaje y de poco académico o diplomático. Nos siguen llevando puestas, el patriarcado y el machismo, que no son palabras abstractas, son el Estado y sus órganos de Poder, son quienes los representan con nombre y apellido. Son los que nos ejercen violencia política, son los que nos dicen dónde sí y dónde no podemos hacer o decir algo o cómo decirlo, porque nos consideran una cosa, poco capaces, inferiores o torpes.
Creen que no sabemos lo que hacen desde hace siglos con esos códigos de caballeros que tienen. Esa complicidad y ese silencio no se los envidiamos, no lo queremos, no lo necesitamos. Las mujeres construimos desde otro lugar, pensamiento y posicionamiento. También, son los que permiten que los Wajner estén en la calle, son los que imputan a mujeres por “lesiones” o por “homicidio en grado de tentativa” a sus relaciones sexo afectivas en un hecho de violencia por razones de género, pero no imputan por “abuso sexual agravado”, “lesiones”, “aborto”, “femicidio en grado de tentativa”, “privación ilegal de la libertad” a esos mismos varones violentos que, violando una perimetral, van en busca de quitarle la vida a esa mujer, porque es mujer.
Este nuevo NI UNA MENOS nos atraviesa, otra vez, en pandemia. Con restricciones, con la misma violencia de siempre, con más intensidad por el contexto, pareciera que avanzamos cinco pasos y retrocedemos diez casilleros, pero no. Nos encuentra más organizadas, con más ejercicio de diálogo, de negociación; observamos más y hablamos menos, aprendemos del patriarcado también, por supuesto, porque tenemos la capacidad de reconocer los errores y no volver a cometerlos. Tenemos más políticas públicas con perspectiva de género, más leyes, la Ley Micaela implementándose progresivamente, pero nos siguen matando.
Según el Observatorio “Ahora que si nos ven”, del 1 de enero al 20 de mayo del 2019 hubo aproximadamente 133 femicidios; del 1 de enero al 25 de mayo del 2020 hubo aproximadamente 140; este año, del 1 de enero al 29 de mayo, llevamos aproximadamente 103 femicidios. Se estima que cada 35 horas nos matan. Esa estadística nos muestra que fueron disminuyendo, en igual período y corte de monitoreo. Podemos hacer varias hipótesis porque las denuncias aumentan, pero colapsan el Poder Judicial; porque la prevención y las redes de contención ya existían con las organizaciones comunitarias, sociales, populares, feministas, políticas que hace años que trabajamos en las comunidades y territorios. Hoy, el Estado, a través de este Gobierno, está presente y, aunque todavía podemos pedirles más esfuerzo, debemos reconocer que se está trabajando también en los reclamos y deudas históricas, como fue la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE).
Es con la tan aclamada “Reforma Judicial Feminista”, es con Justicia Paritaria, con democracia paritaria, con transversalización del género, es con ESI, con Ley Micaela, con paridad sustantiva y legislativa. Es con interseccionalidad, con empoderamiento y autonomía económica. ¿Es con una, con alguna o con todas las opciones? La erradicación de las violencias machistas es una lucha que no solo debe ser de las mujeres y disidencias, seguramente es con alguna de esas opciones, pero es con nosotras decidiendo.
*Diputada PBA por FR-Frente de Todos; abogada; consejera suplente del Consejo de la Magistratura de la Provincia de Buenos Aires; directora del Instituto de la Mujer, Género y Diversidad del Colegio de Abogadxs Moreno- General Rodríguez; Coordinadora general de la Asociación Civil Matices.
Más resultados