Recuerdo muy claro aquel 3 de junio de 2015. Hace meses veníamos gestando una cantidad de sensaciones en el cuerpo que se volvían cada vez más insostenibles. El femicidio de Chiara, el 9 de mayo, encendió una llama que ya no se iba a apagar. Salimos furiosas a las calles casi como un grito de guerra contra lo que devino, un mundo cada vez más peligroso para nosotras y nosotres. Las demandas y exigencias salen disparadas a todos los frentes: el Estado, la sociedad, los varones, las instituciones, el sistema. Estábamos en resistencia.
Pasaron muchas compañeras durante estos seis años. Si hay algo que no hicimos, fue abandonar esa resistencia. Aún no lo cambiamos todo, pero hemos pasado en parte a una justa ofensiva.
La heterogeneidad del movimiento se traducía en la diversidad de demandas y reclamos. Desde la redistribución de la riqueza, hasta la visibilización de las afrodescendientes, travestis, trans, y los colectivos o comunidades completamente invisibilizadas. Pero lo que condensaba en un mismo puño todas las luchas y reivindicaciones era sin dudas el cese de la violencia machista y la legalización del aborto.
Fue sin dudas esta masividad del movimiento la que generó las condiciones para que finalmente 5 años después se convirtiera en ley la interrupción del embarazo.
Luego de semejante épica, estamos claramente en otro momento histórico. El paso de la conquista de las reivindicaciones a instalarnos como un sujeto transformador de la historia.
Quienes nos sumamos al movimiento desde la militancia social o política debemos instalarnos como un sujeto transformador desde las estructuras mismas de un sistema desigual. De exigir seguir viviendo a la planificación de una sociedad más justa económica y socialmente. Para eso, debemos apropiarnos de las dimensiones en las que aún fácticamente somos minoría. La economía financiera, la industria, hasta la tecnología. Debemos aún conquistar el terreno de la política para pensar un proyecto nacional y, porqué no, un proyecto latinoamericano, donde pasemos de pensar solo los derechos para nosotras a pensar los derechos del conjunto de nuestro pueblo desde una mirada feminista. El derecho a la vivienda digna, el acceso al suelo y la tierra, el trabajo.
En eso andamos, porque la expansión es inevitable. Porque a lo que hemos logrado visibilizar, ahora le ha tocado el turno de disputar, de conducir, de gobernar.
*Concejala de San Martín por el Frente de Todos - Responsable Mujeres Evita PBA.
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