Cristina, La Veneno, Ortiz fue un ícono travesti-trans español durante los 90s. Fue “descubierta” en el 96 por una periodista que fue a buscar “travestis” para un especial del programa “Esta noche cruzamos el Mississipi” a un conocido parque donde se desempeñaban trabajadorxs sexuales. La Veneno terminó trabajando como participante permanente del programa de TV y dio un salto a la fama, donde se mantuvo durante algunos años. Luego, como suele suceder en el medio, cayó en el olvido. Años después, una periodista trans llamada Valeria Martínez la contactó para escribir sus memorias. El libro terminó publicándose unos diez años después y, al poco tiempo, Cristina falleció.

Veneno es una serie biográfica, pero no solo sobre Cristina, sino también sobre Valeria. Nos cuenta, casi al mismo tiempo, las historias y las transiciones de ambas mujeres, en épocas y bajo circunstancias distintas. Cristina, nacida en un pueblito en los años 60, con una familia que no la aceptaba y un entorno que la repelía, tuvo que irse de su casa muy joven y vivir una vida muy dura. Valeria, en cambio, que realizó su transición 40 años después, tuvo la contención de su madre y de sus amigues. Esta diferencia entre las historias de ambas mujeres, se muestra también desde las similitudes: los entornos son distintos, pero podemos ver a Cristina y a Valeria, a pantalla partida (casi como si los eventos no estuvieran sucediendo en dos puntos distintos en el tiempo), compartiendo los mismos momentos clave en sus vidas, aunque cada una los vive a su manera, de la mejor forma posible.

La diferencia, por supuesto, además de de época, también es de clase. Tanto en las transiciones como en sus vidas como mujeres trans, Cristina y Valeria son tratadas de forma distinta. La mujer humilde y de pueblo es espectacularizada, mostrada en los medios como un fenómeno, como un chiste. Valeria, la chica de clase media, en cambio, es tenida en cuenta en los ámbitos laborales y académicos, y respetada por sus logros. Pero la serie no solo hace la comparación entre una y otra mujer trans y una y otra transición. También nos explica que las historias están conectadas, que el camino de Valeria pudo existir gracias al camino que anduvo Cristina, y que una no es tan distinta de la otra, después de todo. La Veneno, esa persona que sólo podía cumplir los roles de entretenimiento o víctima, es, a los ojos de Valeria, una referente, y eso es lo que vemos cuando miramos la serie: la resignificación de una figura hecha a imagen y semejanza de los medios patriarcales.

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