10 de octubre de 2020
¿Cómo están representades mujeres y diversidades en los medios de comunicación?, ¿qué roles se les asignan?, ¿de qué hablan y callan los medios de comunicación? Estas preguntas se plantearon ayer en el taller “Medios de comunicación y trabajo, ¿una agenda compartida?”, que desde Comunicadas dictamos en el marco del ciclo de Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la PBA “Perspectiva de género en la comunicación”.
Si bien en los últimos años hubo grandes avances en cuanto a visibilización de las realidades y reclamos de mujeres y diversidades, los medios de comunicación siguen reproduciendo la lógica binaria y heteropatriarcal. Nuestros colectivos siguen siendo representados desde una lógica androcentrista, que toma como la norma al varón cis. Todo lo que no representa la norma, o no existe o existe como otredad. Es decir, mujeres y diversidades estamos sometidas a ser siempre vistas desde la mirada masculina. Somos las principales protagonistas de la sección de policiales, los crímenes de los que somos víctimas se presentan desde la espectacularidad; el pinkwashing; las amas de casa; el objeto sexual. Todo lo demás que también somos, los medios lo callan y, lo que no se menciona, ya sabemos que no existe. En algunos casos, lo presentan como excepcionalidad. La mujer árbitro, la mujer científica, la mujer técnica, son la excepción a la regla. En cierta forma es verdad, pero nunca, en ningún momento, se cuestionan porqué existe esa regla, quién la impuso, como llegamos a ser la excepción.
La representación de las mujeres y diversidades en los medios está supeditada, entonces, a los roles que nos asigna el sistema patriarcal. Pero esto no se ve solo en las formas estereotipadas en que nos representan, sino también en los lugares que ocupamos dentro de los medios. Mujeres y diversidades no llegamos a lugares de toma de decisión. El motivo de nuestra ausencia no es ni falta de capacidad, ni de dedicación o de interés; el motivo real es, básicamente, la falta de privilegios que nos condiciona. Al no representar la norma, al ser les otres, no tenemos el privilegio de enunciar. Somos el mensaje, pero no el medio. La larga lista de desigualdades nos condiciona, nos encasilla y nos pone techos que muchas veces no vemos. La carga con las tareas de cuidado, los preconceptos sobre cómo debemos ser o qué nos debe interesar, las estigmatización, la discriminación, son todos factores que ofician de anclas conscientes e inconscientes.
La estructura patriarcal y de subordinación se reproduce hasta el infinito en los medios de comunicación. A pesar de los cambios positivos de los últimos años, aún queda mucho por cuestionar y repensar. Para dejar de ser solo el mensaje y empezar a ser les enunciadores, para cambiar la representación, necesitamos empezar a copar la representatividad.
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