Es una de las pocas veces en esta sección que puedo decir con todas las letras que una película o serie no me gustó. Pues bien, Las mantenidas sin sueños no me gustó. La elegí, en principio, porque, por la descripción, me pareció que podría llegar a explorar la relación madre-hija o los lazos entre mujeres o quizás el tema de la maternidad de una forma distinta o interesante. Pero no, a mi criterio, resultó ser otra película argentina costumbrista más, de esas que abundan en nuestro cine nacional, con personajes extremadamente estereotipados y sobreactuaciones.
La película cuenta la historia de Florencia, una mujer drogadicta con una hija de 9 años, Eugenia. La historia gira en torno a la relación de Florencia y Eugenia y, a su vez, la relación entre Florencia y su propia madre. Este entramado familiar podría haberse aprovechado muchísimo más si los personajes no respondieran a estereotipos tan fuertes y las actuaciones no fuesen tan exageradas. Todas las mujeres que aparecen responden a un estereotipo bastante machirulo, y no de forma irónica o crítica: la madre negligente y promiscua, la madre demandante y culposa, la loca y la cheta. La maternidad se muestra como ese vínculo inquebrantable y sagrado, que corre al padre de la ecuación y de la responsabilidad. De hecho, a pesar de que el padre de Eugenia no se hizo cargo de la crianza de su hija, toda la culpa por el estado en el que vive la niña recae sobre Florencia. Él aparece como el salvador que viene a darle una vida mejor.
A pesar de todo esto, Las mantenidas sin sueños hace un intento por explorar los lazos entre mujeres. Los diferentes estereotipos de mujeres se terminan ayudando las unas a las otras para salir adelante y terminan encontrando una comunidad. Hacia el final de la película, Florencia y Eugenia se dan cuenta de que no tienen que afrontar todo en soledad.
Más resultados