No solo el nombre de este documental es explícito, ya desde el segundo uno “La guerra contra las mujeres” nos pone en contexto. El documental arranca directamente con partes de testimonios de mujeres de diferentes países que atravesaron o atraviesan guerras civiles: Bosnia, Uganda, Ruanda, República democrática del Congo.

El documental nos dibuja la situación con testimonios de mujeres que fueron secuestradas y violadas por guerrillas y milicias. Los relatos son similares: fueron arrancadas de sus hogares, en muchos casos presenciaron el asesinato de sus familias, y luego violadas y torturadas. Lo que varía de país a país son las cifras. En Ruanda, entre 250 y 500 mil mujeres fueron violadas; en Bosnia, 40 mil; en Uganda, 4 mil, y en Congo 200 mil.

Lo que también se da a entender en este documental, y que explica el nombre del mismo, es que las violaciones no fueron/son daños colaterales, sino un plan sistemático, una estrategia de guerra para deshumanizar y mantener atemorizada a la población “enemiga”. Podemos ver cómo los niños reclutados por los grupos paramilitares se les enseña a violar como una táctica más al invadir un poblado; cómo a muchas mujeres y niñas se las mantiene captivas para fines reproductivos.

Los abusos cometidos a estas mujeres dejaron secuelas físicas y psicológicas, que se exponen también en “La guerra contra las mujeres”. Las entrevistadas son tratadas por heridas físicas y psicológicas que no sanan, quedan como marcas permanentes en sus cuerpos y en su memoria por una impunidad que parece no tener fin. El documental puede resumirse en la frase del Dr. Denis Mukwege, del Hospital Panzi (que atiende a mujeres víctimas de violaciones en el Congo): “Cuando todas las mujeres del mundo comprendan que sus compañeras están siendo destruidas y eliminadas sin razón, todas las mujeres del mundo se rebelarán”.

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