Foto: Infobae
14 de abril de 2020
El 09/04 fue el Día del pago igualitario entre hombres y mujeres. ¿Por qué esta fecha? Porque, según estadísticas, una mujer tendría que trabajar un año y tres meses para llegar a ganar lo que un hombre gana en un año. Para ser más precisas, para igualar lo que los hombres ganaron en todo 2019, nosotras deberíamos trabajar hasta el 9 de abril de 2020. Esto no es ninguna sorpresa para nadie. Sabemos que desde siempre a las mujeres se nos negó el acceso a la esfera pública, es decir, al trabajo remunerado. Lo que es peor, se defenestraron las tareas que realizamos en el hogar divorciándolas directamente de la idea de “trabajo”. Las mujeres decidimos ser amas de casa por amor, limpiamos por amor, cocinamos por amor, cuidamos niñes y ancianes por amor. No es trabajo, es amor.
Esa tendencia a ser mártires nos costó una gran desigualdad a nivel económico. No solo en la brecha salarial, sino también en el acceso al mundo laboral y en las posibilidades de ascenso. Desde el Ministerio de Economía elaboraron un informe sobre la brecha salarial entre hombres y mujeres y los números hablan por sí solos: el 88,9% de las mujeres realizamos el 76% de las tareas domésticas no remuneradas, dedicándole 6,4 horas semanales. Mientras que solo el 57,9% de los varones participa en este trabajo dedicándoles un promedio de 3,4 horas semanales, casi la mitad del tiempo que las mujeres. Tan inmersos estamos en la cultura machista de la división del trabajo, que incluso cuando se compara mujeres que tienen trabajos fuera de la casa con hombres desempleados sigue habiendo una diferencia abismal: la mujer le dedica 5,9 horas y el hombre 3,2 horas.
Esta desigualdad en el reparto de las tareas de cuidado genera desigualdades en el mercado laboral. La participación promedio de las mujeres argentinas en el mercado laboral es del 49,2%, mientras que la de los varones es de 71,2%. La brecha de ingresos entre ambos es del 29,0%, brecha que se agrava entre asalariades informales, superando el 35,6%. La cosa no mejora entre los puestos de jefatura o dirección: los varones ocupan el 8,5%, mientras que las mujeres el 4,7%. De hecho, nuestra principal fuente de ingresos es el servicio doméstico, que representa el 16,5% de las mujeres ocupadas. Los varones, en cambio, obtienen sus ingresos principalmente de áreas como la construcción, la industria y la energía. Nosotras también sufrimos de mayores niveles de informalidad (36% vs 34,2%) y desocupación (10,8% vs 8,9%). Esto provoca que estemos sobrerrepresentadas en el decil de ingresos más bajos (66,1%) y seamos minoría en el de ingresos más altos (35,3%).
Este panorama empeora en el caso de las personas travestis y trans. El 20% de les encuestades declaró no realizar ninguna actividad que les signifique una remuneración. El 80% afirmó dedicarse a la prostitución y trabajos informales. A su vez, el 80% no tiene obra social, prepaga ni plan estatal.
El patriarcado no es solo una cuestión cultural, es un sistema de dominación que durante siglos nos relegó a las tareas domésticas para mantener el mundo girando a costa de nuestro trabajo gratuito, que generó y genera pobreza y desigualdad social. No es amor, no es nuestra obligación, ES TRABAJO NO PAGO.
Fuente: Ministerio de Economía: https://www.argentina.gob.ar/noticias/la-direccion-de-economia-igualdad-y-genero-presento-el-informe-las-brechas-de-genero-en-la
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