The Neon Demon (El demonio de neón o El demonio Neón) es una película visualmente bella y, como tal, es una película sobre la belleza (o el concepto de belleza hegemónica). Jesse es una joven de 16 años aspirante a modelo que se muda a Los Ángeles para iniciarse en ese mundo. Con su belleza angelical, enseguida conquista a fotógrafes y representantes y empieza a abrirse paso, pero también empieza a corromperse y a hundirse en la oscuridad. De eso se trata The Neon Demon: de la belleza que transforma y domina.

El nombre elegido no es casual: al igual que la belleza, el neón es a la vez luz y oscuridad, brilla pero no es puro. La belleza angelical y pura de Jesse contrasta con las sombras y las fluorescencias de los lugares que empieza a habitar en Los Ángeles. Después de un rito de pasaje que roza el acoso sexual, se despoja a la hermosa Jesse de su inocencia y se convierte, a la fuerza, en una diosa oscura y turbia. Un “sol en invierno”, como la llama otra modelo. A lo largo de toda la película, la belleza de Jesse se asocia a la admiración y al deseo, pero también a la violencia y a la muerte. Es su moneda de cambio y su condena.

The Neon Demon habla de los ideales de belleza hegemónica desde el terror psicológico y, a mí por lo menos, me interpeló. Muestra, con un toque de gore, la violencia que generan los cánones inalcanzables que nos fijamos y el arma de doble filo que puede resultar el hecho de alcanzarlos.

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