Ayer por la tarde, dos varones cis violaron a una turista en Puerto Deseado y asesinaron a su hijo de cuatro años. A lo largo del verano, época del año en la que más se usan los espacios públicos para el disfrute y el entretenimiento, se sucedieron numerosos casos: en un balneario de Misiones, una chica de 15 años fue violada en manada por los amigos de su hermano; a una joven de 17 le sucedió lo mismo en una plaza de Luján; otra adolescente fue abusada por diez hombres que se encontraban de vacaciones en Villa Carlos Paz; a una niña de 13 años la violaron en manada en un baldío de San Martín; una turista fue drogada, secuestrada y violada en San Marcos Sierra. Estos son solo algunos casos, que alcanzaron a llegar a los medios.
Estos casos no son aislados, tampoco son cometidos por monstruos o inadaptados sociales, son la expresión máxima del patriarcado que nos saca a patadas de los lugares públicos. Ese mensaje están marcando en nuestros cuerpos: nuestro lugar es la esfera privada, salir, explorar, disfrutar de la esfera pública no es para nosotres. No podemos ocupar espacios sin la amenaza constante que se cierne sobre mujeres y disidencias: no pertenecemos. Ese es su mensaje, eso es lo que dejan escrito en nuestros cuerpos vejados, humillados y muertos.
Pero nosotres respondemos. El 19F las mujeres y hombres trans ocupamos las calles bajo la consigna común de que el aborto tiene que ser legal, seguro y gratuito. Miles agitamos pañuelos y banderas en un acto político de visibilización. Para nosotres esas jornadas de lucha, como el 8 de marzo o las marchas del Ni Una Menos, tienen una carga simbólica muy fuerte: las calles, el espacio público reservado para los varones cis heterosexuales, hostil y peligroso, es nuestro por un rato. Por un rato podemos apropiárnoslo y dejar nosotres nuestro mensaje, escribirnos el cuerpo con glitter, marcador, maquillaje o lo que se nos ocurra, disponer de él y usarlo como arma para disfrutar y combatir. Por y a pesar de los ataques aleccionadores, estamos saliendo, estamos tomando espacios, estamos apropiándonos de nuestros cuerpos y dejando con ellos nuestro propio mensaje.
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